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El chino mandarín, o simplemente mandarín (en chino tradicional, 官話; en chino simplificado, 官话; pinyin, guānhuà; literalmente, ‘el habla oficial’), es un idioma formado por el conjunto de dialectos siníticos mutuamente inteligibles que se hablan en el norte, centro y suroeste de China. El término chino es, en pinyin, běifānghuà (Tradicional: 北方話 / simplificado: 北方话, «habla del norte»). Con más de 1100 millones de hablantes, es la principal forma hablada del chino, así como la lengua con mayor número de hablantes nativos y la segunda en número de hablantes totales del mundo. El mandarín es muy diferente de las lenguas chinas del sur, como el cantonés o el wu, puesto que no son dialectos del mandarín, sino idiomas distintos. El mandarín no debe confundirse con el hànyǔ, que incluye otras lenguas chinas (de la etnia han), especialmente en su forma escrita.
Se estima que para el año 2050 el idioma mandarín tendrá 1.300 millones de hablantes, y que para el año 2100 tendrá 1.600 millones de hablantes.[1]
Por extensión, el término mandarín se utiliza también para designar a la lengua china normativa u oficial, llamada «pǔtōnghuà» (普通話 / 普通话 «habla de comunicación común») en la República Popular China, guóyǔ (國語 / 国语, «lengua nacional») en Taiwán y huáyǔ (華語 / 华语, «lengua china») en Singapur, Malasia e Indonesia. Esta lengua es hablada también en países que tienen gran cantidad de inmigrantes chinos, como Venezuela, Perú, Canadá, Australia, Cuba, Brasil, Estados Unidos, Japón, México, España , Reino Unido , Chile, Paraguay, Colombia o Panamá. Esta lengua estándar moderna se empezó a configurar a principios del siglo XX, y está basada fundamentalmente en la variedad pequinesa del mandarín, el běijīnghuà (北京話 / 北京话, «habla pequinesa»).
La palabra española "mandarín" (del portugués mandarim, del malayo menteri, del sánscrito mantrī, mantrin, que significa 'ministro o consejero') designaba originalmente a un funcionario de los imperios Ming y Qing. Como sus variedades nativas eran a menudo ininteligibles entre sí, estos funcionarios se comunicaban utilizando una lengua koiné basada en diversas variedades del norte. Cuando los misioneros jesuitas aprendieron esta lengua estándar en el siglo XVI, la llamaron "mandarín", por su nombre chino Guānhuà (官话/官話) o 'lengua de los funcionarios'.